Cuidados del Ficus – Una planta a la que no le gustan los cambios
El cuidado de los ficus gira en torno a un árbol al que no le gustan mucho los cambios y que también es quisquilloso en otros aspectos. Los propietarios de Ficus pueden identificarse con el árbol de Navidad de Charlie Brown, el pequeño y triste espécimen que deja caer un puñado de las pocas agujas que le quedan cada vez que se levanta, se coloca o, en ocasiones, simplemente se mira.
El árbol Ficus es algo parecido, aunque tiene un propósito definido. Parte del cuidado del Ficus consiste en recoger rutinariamente las hojas desprendidas si se trata de una planta de interior, o en rastrillar las hojas periódicamente si se trata de la variedad de exterior. Gran parte de esta recogida de hojas tiene que ver con la forma de regar el árbol. El Ficus es un poco quisquilloso con el suministro de agua. Si recibe demasiada agua, las hojas empezarán a cambiar de verde a amarillo y comenzarán a caer. Si te olvidas de regarlo a tiempo, el cerebro del Ficus, dondequiera que esté, le dice al árbol que se acerca la estación seca. Sabiendo que no puede alimentar todas sus hojas durante un periodo seco, se desprende de ellas, ¡mientras aún están verdes!